Pensamientos del Padre Etcheverry para rezar cada día
II Domingo de cuaresma. La Transfiguración
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“Jesucristo primero y sobre todo quiso prevenir y preparar a los tres discípulos más íntimos, que eran los que iban a ser testigos de su abyección suprema o más profunda en Getsemaní, cuando el Señor caído de bruces, sudando sangre, iba a clamar de un modo tremendamente lastimero; y entonces a estos tres los fortifica previamente con la maravillosa transfiguración.
Rompe la opacidad de su cuerpo y su espíritu encendido del fuego de la divinidad prorrumpe en haces de luz, y ellos caen de bruces, primero se espantan y luego se maravillan y luego se gozan tanto que quieren seguir allí. Así, revelándose Jesús más y más en el esplendor de su divinidad, ‘vacuna’ a las almas de sus discípulos, mostrándoselas a ellos íntimamente, con toda la fuerza, la dulzura, que sólo Él posee con plenitud, los ayuda, los fortalece, para que cuando llegue la tentación puedan no padecer escándalo, recordando que este que ahora ven convertido en un gusano es el Dios esplendoroso que en otra oportunidad han contemplado con sus ojos.” Enero 1970
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“¡Qué lindo es todo este episodio! Así Jesucristo también nos muestra cómo procede siempre con todos nosotros, cómo nos prepara, nos da fuerzas, no nos abandona…
¡Qué linda es la escena! Jesús resplandeciente, rota la opacidad de la materia aparece su divinidad, los apóstoles ven a través de su cuerpo al Dios que hay en él. Qué lindo si nosotros llegamos a vivir en un permanente descubrir a Jesús dentro de todas las personas y de todas las cosas, y de esa manera podemos unirnos a Él... Y más lindo aún si podemos colaborar para hacer del mundo un lugar, donde las cosas señalen su presencia de Dios, de hombre, lleno de sabiduría, lleno de amor, lleno de poder y de misericordia.
Qué lindo si sabemos oír la voz del Padre Eterno que nos manda escuchar a Jesús, y lo hacemos permanentemente. Y más aún qué lindo si superando nuestro miedo a la aventura espiritual, si superando la resistencia de nuestra cobardía y nuestro aburguesamiento, de nuestra pereza, confiamos en Él, en su Palabra. Y qué lindo si levantando los ojos vemos siempre a Jesús y hacemos lo posible para que los demás también lo vean.” Marzo, 1965.
“Se trata en nuestra vida de ir con Jesucristo que permanentemente nos ayuda y sostiene, que nos trata con intimidad maravillosa, que nos acompaña frente a las tentaciones, que nos ‘vacuna’ previamente. Se trata de acompañarlo a Él que sabe llamarnos periódicamente al descanso y al gozo de estar a solas con Él.” Enero, 1970“