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Pensamientos del Padre Etcheverry para rezar  cada día

 

IV Domingo de cuaresma - Ciclo A
La curación del ciego de nacimiento (Jn 9)

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¿Por qué Jesucristo hace barro para aplicárselo en los ojos y lo manda a la piscina de Siloé a lavarse? Todo esto tiene algo de sacramental, algo de significativo. Le pone barro en los ojos, agarra barro sucio, y lo manda a la piscina y a que se limpie la vista para que poder ver. Todo un gesto que está muy de acuerdo al modo de hablar y de ser de los judíos, están viendo una actividad especial para curarlo. Jesucristo tiene que tocarlo y actuar sobre sus ojos para que se vea su causalidad al producir el milagro. Y además, así, se hace mucho más memorable, difícil de olvidar.


Pero siempre encontramos gente que aunque todo sea evidente y claro va a encontrar argumentos para no creer. Para los fariseos Jesucristo era pecador y entonces no podía hacer tales milagros. El milagro no podía existir…


En cambio es extraordinaria la simplicidad y la claridad mental del cieguito. Los fariseos que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia y el que era ciego y ahora ve, se indigna contra los ciegos.” Septiembre, 1963

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Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando». Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. (v. 35-38)


“Jesús nuestro, también nosotros te necesitamos. Es cierto que hemos creído en Vos, es cierto que te hemos seguido.


Queremos ser instrumentos de tu luz pero, sin embargo, esta luz tuya todavía nos falta mucho. A cada rato la luz de tu revelación no ilumina nuestros pensamientos, nuestros juicios de valor, nuestras ilusiones. A cada rato se echa de menos en nuestra conducta la guía de tu luz, el impulso de tu calor, la fuerza de tu energía.


Ojalá, Jesús Nuestro, en la próxima Pascua tu luz nos ilumine tanto que te veamos, que te descubramos en una presencia nueva que renueve nuestra relación con Vos y llevemos tu luz para los hombres de nuestro tiempo.


Nosotros también queremos contestarte con humildad pero con plena confianza que creemos…” Mayo, 1968
 

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